viernes, 10 de agosto de 2012

Sardinada en el Mirador de la Bahía.

Querido amigos, el pasado Viernes Sí la Cuadrilla abandonó una vez más la Domus Áurea para celebrar la Tradicional sardinada en el Mirador de la Bahía. Bueno, decir tradicional y celebrarla casi cada cuatro años es extraño. El hecho de que la celebremos irregularmente cada cuatro años no tiene nada que ver con las olimpiadas, eso pienso, a no ser que sea porque pasemos olímpicamente de ser regulares y disciplinados, pues si algo nos define es precisamente esto, la irregularidad y sobre todo la heterodoxia, la maldita heterodoxia.
Pero sí que es cierto que hicimos propósito de institucionalizar la sardinada veraniega en El Mirador Cuadrillero, así que si ustedes observan que el próximo año lo pasamos por alto, siempre podrán ciberreprochárnoslo.

  • Pero antes de nada, el tiempo:
  • Lo cierto cierto es que fue un día sano, de esos que no resultan excesivamente calurosos, pero que deparan noches agradables, sobre todo porque el viento del norte fue atenuando conforme avanzó la tarde. Todo esto fue lo que permitió que se celebrara la cena.

Pasemos ya al relato de la crónica. Aunque el menú consistió básicamente en sardinas al sarmiento, conviene aclarar desde el principio que el bueno de Zabala aportó una nota de color, y sobre todo de sabor, a la dieta; y es que de nuevo nos obsequió con uno de sus mágicos chisterazos culinarios.
Otro aspecto a destacar dentro de la dieta es el paisaje, pues durante toda la velada devoramos paisaje, y además con absoluto descaro. La ocasión lo merecía.

He aquí la Bahía vista desde nuestro mirador cuadrillero. En primer plano casas de reciente construcción de Villamediana y algún resto inconcluso consecuencia del estallido de la burbuja. Logroño al fondo, más allá el bonito perfil de la Sierra de Cantabria y a sus pies diferentes pueblos de la Rioja Alavesa y de Navarra.

Para nosotros esta cena fue como salir de excursión al campo, toda una aventura digna de ser contada en el futuro a nuestros queridos nietecitos. Observen cómo el Cofrade Aitor no disimula su gozo al tomar conciencia de estar viviendo un momento único.
Magnífica foto en la que se aprecia perfectamente la coordinación de la Cuadrilla. Esto es trabajo en equipo, amigos, mientras Aitor domeña el fuego, Juanan y Javi se aplican con las sardinas.

Los animalitos parecían estar vivos. Por desgracia este tipo de pez no abunda por nuestros ríos. La Cuadrilla de los Viernes preguntó a los más viejos del lugar si habían pescado alguna vez sardinas en el Iregua, no hubo respuesta, si acaso algún murmullo con el gesto cada vez más torcido. Ante nuestra insistencia, dos o tres bastones salieron volando en la misma dirección en la que nosotros salimos corriendo. "Otra vez los heterodoxos y sus malditas performances", pensaron los interrogados para sus adentros.

A la cena asistió como ya hemos dicho el gran Zabala, que además aportó el vino de su bodega para ser saboreado en la balconada. En el coche llevaba una enigmática tartera que suscitó entre el personal cuadrillero silenciosos e indiscretos comentarios.

Magnífica vista de la Bahía y genial estampa de la Cuadrilla en el Mirador. El humo de las sardinas empezaba a trepar por el monte con su característico olor. El aroma a Cantábrico se fue esparciendo por todo el Cerro y alguno de los asiduos a las bodegas, aturdido por la inhalación del humo, quiso ver el mar, hubo incluso quien lo vio, al menos eso nos aseguraron. "Que no, que es la Bahía", les dijimos cuando bajaban enajenados por el olor de las sardinas.
No sé cómo se sintieron Armstrong y Aldrin al hollar la Luna, pero nosotros, con bastante más gravedad y menos boato, estábamos a punto de levitar y de lo que es mejor, estábamos a punto también de ver el mar.

El Verso Suelto y el Cofrade Aitor poesídos por el canto embelesador de la Bahía y de todas sus  luminosas ninfas. ¿Quién podía apartar los ojos de tan magnífica vista? ¿Quién podía resistirse a sus encantos? "Atadme al mástil" dijo de pronto el Verso Suelto, "o me arrojo ahora mismo a esta estimulante Bahía".

Esta es la prueba de que ver cosas bonitas alegran la vista y el espíritu, y más si hay buena compañía, se percibe la derrota del hambre y circula el vino a raudales.

Vean cómo el Cofrade Faustino le explica a nuestro querido catecúmeno la lección magistral de geografía visual. "A la derecha del todo Codex, luego el León Dormido, luego..." Y el Verso Suelto procesando la información.
Y observen ahora cómo, de inmediato, nuestro aventajadísimo alumno repasa la lección y va cantando uno a uno todos los pueblos que se avistaban, citando el número de habitantes por municipio, densidad de población incluida, la extensión en hectáreas, los cultivos fundamentales, la etiqueta política de los alcaldes durante las cuatro últimas legislaturas y la media anual de litros por metro cuadrado recogidos del agua de lluvia, y todo esto por supuesto que con una precisión pluviométrica.
Con esa actitud y semejantes facultades todo hace presagiar que en primavera será Cofrade.
Observen la Barbacoa del Mirador y en la parte superior la enigmática tartera que el Gran Zabala había traído para la ocasión. La creciente curiosidad nos empujó a lanzar alguna pregunta indirecta con el objeto de averiguar el contenido del misterioso recipiente con asas, pero fue en vano. Zabala se limitó a aclararnos que la tartera no estaba vacía, después nos mandó callar y demandó paciencia.

La sardinas estaban ya en su punto, mientras los Cofrades seguían alimentándose de vino y paisaje, paisaje nocturno, el preferido de la Cuadrilla.
Haciendo una metáfora teatral podríamos decir que por encima de todo, obra y actores incluidos, el protagonismo fue todo para el escenario. Estábamos en el Mirador de la Bahía y no podíamos evitar zamparnos todas sus vistas.

Sin embargo, como es bien sabido, no sólo de buenas vistas vive el hombre, de vez en cuando hay que pasar a la acción y eso es lo que hicimos, queridos amigos.
A última hora ampliamos la mesa con una tabla y un par de caballetes. Que la cena sea de campaña no nos debe impedir ganar cierta comodidad.

La mesa estaba lista, como podrán comprobar los ciberamigos más observadores, subimos de la Domus las copas, las bandejas y los míticos platos de duralex. Sólo faltaba bendecir la mesa y dar gracias a Dios por haber puesto la Bahía allí abajo, precisamente para que nosotros la pudiéramos ver mientras comíamos sardinas y brindábamos con vino. Pocas veces una bendición de mesa ha sido tan sentida y tan vibrante.
La cena fue un deleite, la conversación estuvo constantemente aireada por una brisa fluvial que como ya hemos dicho nos teletransportó a lo mejor del Cantábrico. Para nosotros fue como asistir al banquete de una boda, qué magnífico maridaje amigos; el novio, fresquito y afrutado, joven y del año, mitad rio y mitad vino; la novia fresca y retorcida, salada como ella sola, mitad mar y mitad sardina. Y en esto que la Cuadrilla al completo (Verso Suelto y Zabala incluidos), embargados por la emoción y embriagados por la segunda mitad del novio, gritamos: ¡Vivan los novios! ¡Vivan! 
Y, oigan, qué algarabía y qué alborozo por las bodegas, "que quién se había casado", preguntaba la gente por el Cerro.
Y por si fuera poco, si ustedes se han fijado en la foto superior, verán que hay una flecha en negro. De nuevo, los más agudos observadores se habrán preguntado qué señala esa flecha, seguro que sí. Pues bien, resulta que la Cátedra cenaba en ese momento en su Bodega de Verano, y como no podía ser de otra manera hicimos planes de ir allí a hacerles una visita y a presentarles nuestros respetos. Pero todavía faltaba mucho para eso.
Y en esto que una vez fueron consumidas las sardinas llegó Zabala y destapó la tartera, y por fin pudimos averiguar su contenido. Seguro que ustedes también quieren salir de dudas.

Sí, amigos, sí, es bonito con cebolla confitada. Sólo aclarar dos cosas. Lo de la cuchara de plástico en la foto superior, que es fruto de contingencias inherentes a cualquier cena de campaña que se precie, al menos para los Cofrades, y la otra, que aunque hubo postre, la cebolla confitada acaparó el estrellato de la noche, incluso llegando a producir celos entre las sardinas. Increíble cómo estaba, qué majar y que gran chisterazo culinario del Maestro Zabala. Muchas gracias, Carlos. Te mereces el Toisón, todo se andará.
Este es el momento en que el Dueño de la Alquimia Culinaria nos presenta su plato y nos explica brevemente los pasos que había que seguir para su correcta preparación. No pierdan detalle de cómo la Cuadrilla de los Viernes atiende al Maestro. Algo mesiánico encierra esta escena, con la Bahía al fondo y la atención circunspecta de los Cofrades. Fue otro de los momentos mágicos de la noche. 

Después alguna foto para la galería, pues el Cofrade Fotógrafo también quería salir en la crónica, la cena de campaña lo merecía. Y posteriormente a recoger el tenderete y a visitar a nuestros amigos y Maestros de la CÁTEDRA.

No hay imágenes de la tertulia que mantuvimos con Fausti y Manolo, pero baste decir que nos teletransportaron a la infancia. Qué poder evocador tiene la CÁTEDRA y qué facilidad de la Cuadrilla para viajar en el espacio y en el tiempo sin moverse del sitio. La CÁTEDRA nos obsequió con jugosas tostadas de vino con azúcar, lo que popularmente por estos pagos se llama "pan, vino y azúcar", que nos produjo un efecto similar al de un viaje psicodélico. Nos llevó a la niñez, y vimos el frontón en la plaza, y pasaron el afilador, el aceitunero y el ajero, y cuando empezó a llover nos metimos en los portales con Leandro el estañador.
Como ustedes comprenderán, queridos amigos que nos seguís desde todos los rincones del mundo, la insumisa Islandia incluida, después de semejante viaje había que amortiguar el golpe del regreso, por lo que aun tuvimos tiempo de volcar una botellita despresurizadora que amablemente la CÁTEDRA descorchó para nosotros. Consumado el regreso, la conversación, gobernada con gran pericia narrativa por el Catedrático García, continúo por cauces jocosos o muy jocosos; anecdotario de varia lección y risas por doquier.

Después llegó la hora del descenso al pueblo, no sin antes agradecer a la CÁTEDRA su amabilidad y Magisterio.
En el Azalea ocurrió lo de siempre, no me voy a extender más para no desdibujar el protagonismo de la noche para las sardinas y la cena en el Mirador de la Bahía. Además, para qué extenderme, si ya saben cómo acaban estas veladas cuadrilleras...

"Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé"

Estáis todos bendecidos, caros amigos.

3 comentarios:

  1. Os voy a dar un consejo:
    Igual os lo sabéis por que me lo contó Rodolfo.
    Al asar las sardinas , antes de ponerlas en la parrilla hay que soplarlas una a una, el resultado es , que no se pegan en la parrilla.
    Hacer la prueba para la próxima sardinada.
    Un besito a todos.

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  2. Gracias por la cronica!! a ver si repetimos pronto.

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  3. Las sardinas fueron sopladas como es debido, es mas, casi de mas diría yo pues se escurrían de la parrilla que parecían estar vivas una vez asadas. Pero gracias por el apunte de todas formas. ;)

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