jueves, 26 de abril de 2012

Rama de cerezo en flor

Hoy inauguramos la primavera en este blog. 
Y qué mejor manera de hacerlo que con un poema de Andrés Trapiello.
A las abejas, porque ellas, a su manera, también practican libaciones.

RAMA DE CEREZO EN FLOR
Ni católico templo ni pagoda
podrían comparársele.
Ningún haikú tampoco
resistiría un solo instante al lado
de esas pequeñas flores que tutean 
a Dios como los niños cuando dicen
en su orfanato al rey, que les visita:
"¿vas a quedarte aquí ya para siempre?"


No hay travesía humana comparable
a su dulce perfume, ni fragata
que mejor desplegara tanto trapo
por darle alcance en el azul del cielo.
Y aunque mucha dialéctica asombrosa
de sistemas oscuros fatiguemos,
no se hallará filósofo 
que mejor armonice los contrarios:
en la casi podrida y vieja rama,
en lo que sólo es ruina, liquen, leña,
han abierto las flores su camisa
y doncellas se dan en cuerpo y alma
a quien quiera gozar tal lozanía.


Allí las he dejado. Si quisiera
traerlas a estos versos aquí ahora,
en el papel verías sólo pétalos
para siempre caídos, no una rama
inexpugnable a todo, sino frágiles
y mutilados pétalos sin vida.

jueves, 19 de abril de 2012

Concurso de Cosecheros de Villamediana.

El pasado sábado 14 de Abril, coincidiendo casualmente con el setenta y un aniversario de la proclamación de la IIª República, se celebró el "7º Certamen de Vino. Ciudad de Villamediana", consolidado evento que nació para estimular la creación de caldos de cosecha propia en nuestras bodegas, así como para difundir y extender el conocimiento, aprendizaje y perfeccionamiento de este mágico proceso de transformación del fruto de la vid en vino.
A partir de aquí, y por extensión, es evidente que durante estos siete años se han ido asentando una serie de iniciativas que nos han llevado a valorar la cultura del vino, si no en su justa medida, sí en una medida más justa. Por eso, de entrada, desde la Cuadrilla Viernes Sí tenemos que expresar nuestro agradecimiento y nuestra más sincera enhorabuena a la gente de la ORB, verdaderos artífices y valedores de este proyecto, tanto por su afán preservacionista en todo lo relacionado con el Barrio de las Bodegas, como por su esfuerzo en proyectos de divulgación de la cultura popular del vino.
¡¡Gracias y Enhorabuena!!

Entrando ya en lo que propiamente es la crónica de este acontecimiento, hay que destacar la sensible merma en la participación de cosecheros, debido quizá a las condiciones climatológicas que tan severamente afectaron a la última cosecha.

Al concurso se presentaron doce vinos, algo que contrasta con los dieciocho que llegaron participar hace tres ediciones o los quince del año pasado. Sin embargo, como dato notablemente positivo, llama la atención la participación de dos cosecheros nuevos, personas que por primera vez aportaban sus vinos, que insuflaban aire nuevo en la nómina tradicional de participantes, y que permiten presagiar la garantía de un relevo generacional y la pervivencia del Certamen. Precisamente entre estos nuevos participantes se dio la campanada del concurso, bueno, la doble campanada. Pero no adelantemos acontecimientos.

Cuatro catadores oficiales compusieron el tribunal: Agustín Santolaya, Andrés Morán, Juan Marcos e Iván Ausejo. El tribunal evaluó los caldos en privado para después, alcanzado el consenso entre los cuatro expertos, iniciar el comentario y análisis de cada uno de los doce vinos participantes.

En general, aunque la cosecha no fue muy propicia, el tribunal coincidió en valorar al alza el nivel de la mayor parte de los vinos presentados.

La cata fue seguida con atención. Por lo general el olor de los vinos respondía muy bien a los aromas afrutados tan característicos de este tipo de cosecheros jóvenes. Sin embargo, plátano y levaduras fueron dos voces que se mencionaron en algunos de los pasajes de la cata y que suscitaron cierta controversia entre los participantes.


Éste era el aspecto que presentaba la gran sala donde se celebró el Certamen. Una larga mesa corrida con abundantes víveres hizo que la cata resultara, además de instructiva, placentera.

Juan Pedro y Larri, cabezas visibles de la ORB y dos de los principales artífices de este certamen.
Y por encima de todo, lo cierto es que la gente lo pasó bien. 
La cata comentada acabó y había que asociar los números de las botellas premiadas con los nombres de sus propietarios. Germán, por parte de la Organización, fue el encargado de descodificar los números y ponerles nombre.
Abiertas las plicas, el jurado habló, como suele ser habitual con la portavocía de Agustín Santolaya. La suerte estaba echada. Se iban a dar los nombres de los ganadores y la atmósfera se fue cargando de un ambiente marcado por la curiosidad y el nerviosismo. Quizá algunas de estas imágenes pueden ser reflejo de la expectación creada en ese momento:
Bueno, con estas cosas, ya se sabe, alegrías y penas, pero lo cierto es que en general existen motivos de sobra para compartir entre todos la alegría, la alegría por un reto ya asentado en el calendario bodeguero de Villamediana. La alegría por el Certamen de Vinos en sí, porque es una realidad fija e indiscutible, y porque sin la participación de todos, desde el primero hasta el último vino, el concurso ya no sería potencialmente igual ni estaría conferido por el mismo valor. En este sentido todos salimos ganadores, porque gana el vino, gana la cultura del vino, gana Villamediana y ganan las bodegas.
Se acabaron los nervios y para algunos había llegado el momento de exteriorizar la alegría. 
Después, Juan Pedro dio por cerrado el Certamen sin olvidarse de agradecer a todos el esfuerzo por la participación.

Pero ahora pasemos a la campanada de la que se hablaba en la introducción, la doble campanada. Y es que se produjeron dos hechos sin precedentes dentro del Certamen. Primer tañido, por primera vez concursa una mujer y por primera vez gana una mujer (menudo campanazo). Segundo tañido, por primera vez el concursante más joven se alza con el primer premio. ¿Quién es la culpable de esta auténtica revolución sin precedentes desde los tiempos de las aguerridas sufragistas?, pues ahí la tienen:
Ahí la tienen, en el centro, es Leticia Martínez Lapuente, feliz, quizá con un júbilo contenido, y rodeada por todo su equipo, sus padres, Pitero y Rosa, su hermano Carlos, "su" Eduardo, Víctor y Rubén, un auténtico Dream Team. Se presentó de igual modo que celebró el triunfo, así, de puntillas, sin hacer ruido, guiada por la mesura (qué virtuosa). Pero lo cierto es que acabó maravillando a los oráculos del simposio, que se rindieron en elogios y alabanzas hacia su creación. Felicidades Leticia, ¡¡eres la Dueña de la Alquimia!!, que sepas que la Cuadrilla Viernes Sí te rinde pleitesía de por vida, tanto por el rompedor descaro de tu proeza, como por todo el bien que le haces a la Humanidad con tu vino y con tu actitud.

Aferrados al pódium desde hace ya tres años, encadenando un primer puesto y dos segundos consecutivos, ahí los tienen: Larri y los hermanos Palacios Arnáez, Pedro y Jósean.
He aquí los ganadores del tercer premio, los hermanos Martínez Arnáez, César y Juan Pedro, acompañados por el jovencísimo Juan, dejando claro que aquí hay cantera.
Vaya, parece que en Villamediana hay que apellidarse Martínez o Arnáez para hacer vinos. ¿No serán todos familia? ¿Es esto sospechoso? Sin duda que no, lo aclaro, es broma, no vaya a ser que alguno acabe echándome gramoxone en el vino.

Después hubo tiempo para dar una vuelta por las bodegas, asistir a la cena en Bodega de Santiago y acabar con un día de fiesta. Un día de exaltación de la cultura del vino.

Gracias una vez más a la ORB, a la organización de estos eventos, a los que desinteresadamente colaboran, y a los que con tanto mimo y tesón elaboran sus vinos.

Sólo queda la despedida, aprovechemos este Primer Año Mariano para lanzar a los cuatro vientos la mejor de sus consignas, cargada de hondura conceptual, trascendencia y sabiduría popular. Por favor, griten conmigo:

¡VIVA EL VINO!

domingo, 15 de abril de 2012

Cuatro intrusos en Viernes Sí

La Cofradía de Viernes Sí se había reunido al completo. La paz y el sosiego reinaban con plenitud en el Refectorio de la Domus Área, la chimenea aportaba calidez y el fuego tañía el dulce crepitar de los sarmientos. Para completar esta cursi entrada de folletín decimonónico, la lluvia golpeaba en los cristales anunciando la buena nueva del agua. En fin, que todo parecía propicio para que la noche discurriera de modo tranquilo y sosegado.
Sin embargo, siempre pasa algo que altera el orden previsto, pero no adelantemos acontecimientos. Antes, el tiempo.
  • Ya llevábamos dos semanas con frentes de bajas presiones que presagiaban lluvia, y que parece ser que la descargaban por todos los rincones de la península, salvo por el nuestro. Sin embargo anoche llovió, llovió bien, no vamos a decir que abundantemente, pero bien. Poco a poco, amigos, por algo se empieza. 
  • Mas no fue la lluvia la que alteró la paz de la Cuadrilla, miren ahí debajo, fueron los Intrusos.
Qué hacen estos tipos en Viernes Sí, Rubén, Jósean y Antonio, qué hacen estos tres intrusos en el Refectorio.
Maldita sea, no son tres sino cuatro, Carlos también. Esto es tremendo amigos, menos mal que Jósean trajo unas botellas de su magnífico vino. Cinco botellas de vino, botellas llenas de delicioso néctar, pero botellas breves, amigos, efímeras como las cópulas de los lepóridos.


El menú estaba casi listo, el fuego iba dando ese punto de temperatura ideal tanto a las cocochas como a los cangrejos. También había entrantes de salchichón y de queso. Todo estaba ya listo cuando los susodichos intrusos llegaron como quien viene a dejar un recado, mas no hubo recado ni se marcharon de inmediato, no amigos, no. Se instalaron y empezaron a dar vado a todo con un mecánico y persisten ejercicio mandibular. Una pregunta silenciosa nos invadía interiormente a todos, ¿Qué hacen estos tipos en Viernes Sí?

Ahí tienen a Carlitos, que sin acomodador ni nada se instaló a la vera de Chuma y de Juanan, como si el tío necesitara escolta, mimetizado entre los Cofrades de más rancio abolengo. Pero la pregunta todavía flotaba en el aire, ¿qué hacen estos tipos en Viernes Sí?
Amigos, y qué decir de Antonio, pues lo mismo. Ahí lo tienen, perfectamente adaptado, como si formara parte del mobiliario de la Domus, más integrado que el llar de la chimenea.

Sólo Rubén parecía estar pensando: "¿Se habrán dado cuenta de que estamos aquí?". Menudo cuajo, miren cómo disimula. Se preguntarán ahora qué pasa con el cuarto intruso, el del vino, bueno, al del vino es que ni lo vi. Por eso apenas hay fotos de este elemento, porque estuvo sin estar, qué arte el de Jósean, y qué cojonudo que estaba su vino. Un vino que, todo hay que decirlo, fue premiado en el concurso de cosecheros del pasado año con el segundo puesto.

Lo cierto es que si ellos quería pasar desapercibidos, nosotros también. Y eso fue precisamente lo que hicimos, disimular, porque hubiese sido muy violento preguntarles que qué hacían en nuestro Refectorio. Así que nos limitamos a liquidar las botellas de Jósean, a cenar bien a gusto y a cultivar el huerto de la amistad.

Mientras alimentábamos nuestros cuerpecitos, íbamos sazonando la velada con mil anécdotas y mil historias con resultados desternillantes.

Sólo en momentos como éste, en el que el Cofrade Javier se queda sin vino, se podía uno permitir el lujo de perder la concentración. Es cierto que de la mayor parte de las historias narradas éramos copartícipes, y que en cualquier caso conocíamos el final, pues son anécdotas mil veces contadas, sin embargo...

Sí amigos, sí, la risa, la risa celebratoria, el verdadero Himno Oficial de la Cuadrilla.

En tiempos tan jodidos como los que se nos han echado encima (y los que se avecinan), esto es lo que nos queda amigos, el cultivo de la amistad y el de la risa. Esto es lo único que nos sigue haciendo ricos, muy ricos, porque no hay patrimonio que valga más que instantes como estos, en los que se comparten las penas y las alegrías.
Es un encuentro cada dos semanas, y apenas dura unas horas. El tiempo compartido es escaso en cantidad, pero muy rico en calidad. Supongo que no hace falta ser un cuadrillero para entender lo que les digo, amigos.

Más allá de las bromas, de la risa celebratoria y de algún momento trascendente, lo cierto es que lo pasamos muy bien con nuestros invitados. Y según parece, pues no son gente dada a la doblez, ellos también lo pasaron cojonudamente con nosotros.  Vean qué imagen tan magnífica, que revela como pocas la confraternización entre los Cofrades y los Intrusos. Observen cómo Juanan reparte alegría e insufla vida en la copa de Jósean, como en la Creación de Adán, sólo que sin deditos, en este caso con gollete y copa, ¡Divina Ósmosis!

Después llegó el postre, un postre que estuvo a la altura de las grandes ocasiones. Exquisitos bocaditos de nata que sin duda contribuyeron a estilizar nuestras siluetas, y nuestros ya de por sí marcados "cuadraditos abdominales", la mítica tableta. 

Después, quizá como consecuencia de la alegría que da el vino, la cámara de fotos empezó a rular. Del rondo se pueden extraer estas imágenes. 
Fotografías que se hicieron, como podrán apreciar, con desigual acierto, pero que también merecen su análisis, por que lo tienen, claro que sí.
El curso de fotografía continúo mientras el Cofrade Lavaplatos desarrollaba su labor, una labor que fue criticada por los Intrusos al ser tildada de lenta y poco efectiva. Hay que decirlo así y reprochárselo, porque el Cofrade Lavaplatos no sé merecía semejante trato. Son muchos años ya desempeñando esta labor y...

Como decía, son ya muchos años fregando, qué digo años, décadas, varias décadas ligado a esta ingrata labor, tan digna como necesaria. Sirva como prueba este documento gráfico de las noches pioneras de Viernes Sí. De aquellos tiempos en los que la Cofradía era para nosotros un sueño casi inalcanzable, tiempos en los que apenas podíamos aspirar a ser fámulos del último catecúmeno.

Así se pasó la noche de Viernes Sí, que se anunciaba tranquila y sosegada, como un Oda Horaciana, y acabó corrompida por la irrupción caótica de cuatro intrusos que nos dieron la noche. 
Es sabido que este blog lo ven también los niños, ergo, no comment.
Después, como siempre, bajamos a Azalea y conforme fueron avanzando las horas el surrealismo y el absurdo fueron ganando terreno, tanto en la noche como en todos sus habitantes, hasta hacerse dueños de la situación.

Era una noche ideal para acabar cantando bajo la lluvia, porque esta vez sí, llovía, llovía de verdad. Por lo demás, ustedes ya saben, sin paraguas ni charcos apropiados no podíamos imitar a Gene Kelly ni su mítico I'm singing in the rain.
Además nosotros somos de la EGB, alumnos de Don David, lo nuestro es el francés, amigos. En fin, ustedes ya saben cómo suelen concluir estas noches dionisiacas...
 "allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé".

Estáis todos bendecidos, caros amigos.

La Cuadrilla Viernes Sí.